viernes, 1 de febrero de 2013

La Última Cena 

de Guillermo Méndez

Guillermo Méndez nació en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en 1977. Pertenece a la tercera Generación de artistas en la familia, ya que su padre y abuelo se dedicaron a la misma profesión. En 1999 comienza su trayectoria de artista al iniciar con cursos de pintura y grabado. En el 2001 inicia su faceta como creador e incursiona en la plástica. Ha recibido diversos premios y reconocimientos como la bienal internacional en pequeño formato de grabado "Francisco Goitia" (2010), fue selecionado en el concurso de grabado "José Guadalupe Posada" (2007) entre otros. 


"Cuando tu pupila florece"



"La Última Cena" la más reciente obra del artista tapatío es una experimentación constante con aquello que nos retorna a ese pasaje bíblico, en donde  transforma 12 prostitutas que emanan sensualidad y erotismo, así como comente su propio creador: "ver de una manera diferente lo que nos cuenta la historia  como la última cena o la representación de los 12 apóstoles". Desde una perspectiva más terrenal, esta obra es una mezcla de sensaciones y desencantos que van más allá de lo que el ojo pueda ver.


"Judas vístete al llegar la ocasión" 

"Atrayentes como piedras preciosas"


"Cortinas de olor"

"En la mesa de noche mostrando su belleza"



miércoles, 30 de enero de 2013

Desocupación entre los jóvenes


Desocupación entre jóvenes 


Carlos Alberto Navarrete

"Estudia para ser alguien en la vida"


En Japón hace ya algunos años se usa la palabra hikikomori para nombrar a todo joven que debido a cierta frustración laboral o académica ha renunciado a la vida social, y que por lo mismo se la pasa recluido en algún cuarto de la casa de sus padres, ya sea viendo televisión, dormido, sentado horas frente a un monitor navegando por internet, jugando videojuegos o simplemente haciendo nada.
        Así, desde el año pasado se comenzó a difundir en México un nuevo término en nuestro español: Nini, palabra importada de España y que hace referencia a aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, o en otras palabras, jóvenes que por alguna razón han decidido o las circunstancias los han orillado a optar por la nada.
La desocupación entre los jóvenes es un fenómeno que conlleva múltiples efectos, por desgracia, poco afortunados la mayoría de las veces. 

“Estudia para ser alguien en la vida”, era una frase comúnmente nombrada por los padres de esos hijos descarrilados que preferían la educación que brindan las calles a la de las aulas. Sin embargo, en la actualidad esto no basta. 
 
      Estrés, ansiedad, frustración, enojo y depresión son algunos de los estados de ánimo que puede experimentar cualquier joven al tanto de que la realidad que se le presenta no le ofrece lo que él necesita o para lo que él está capacitado.

        Alejandro Sánchez egresó de la carrera de Psicología de la UAZ con un promedio de 9.2. A pesar de esto no ha encontrado un trabajo en el cual pueda desarrollar sus capacidades aprendidas en la escuela.
Comenta que se siente triste y frustrado por ver que su entorno no le ofrece oportunidades claras y alentadoras. “Los salarios que se ofrecen son muy bajos, 4 mil o 5 mil pesos al mes. Sólo la gente que tiene palancas consigue un trabajo más o menos decente, ya sea en gobierno o en la misma universidad”, agregó.

"Una sociedad que no apuesta por su porvenir es una sociedad destinada al fracaso"

     Aquellos que piensan que la desocupación se debe a la apatía juvenil, poco saben que del total de registros de solicitudes que atiende el Servicio Nacional de Empleo en Zacatecas, un 70 por ciento se refiere a jóvenes de entre los 18 y 34 años de edad que buscan, en la mayoría de las ocasiones sin éxito, una ocupación económica. 
     La apatía y el desencanto son efectos provocados por las circunstancias, y éstas a su vez generan campos fértiles para la demolición de la estructura social. Una sociedad que no apuesta por su provenir es una sociedad destinada al fracaso, a la ruina. 
      A pesar de que los buenos deseos del Procurador del Estado, Arturo Nahle García, sean los de prevenir que los menores se sumen a la delincuencia organizada, no puede desmentir que, según datos oficiales, las cifras de menores internados en centros de integración juvenil ha aumentado considerablemente.
         De 14 a 42 internos en el último año, es decir, un crecimiento del 200 por ciento. Además en múltiples ocasiones ha declarado que no hay día en que no se detenga a jóvenes menores de edad, entre los 15 y los 17 años. 
       Ante la encrucijada en la que se encuentran muchos de los jóvenes en nuestro país, sin empleo, sin educación, en suma, sin oportunidades, la delincuencia organizada se ha convertido en una salida para muchos de éstos, al ofrecerles principalmente un sentido de pertenencia a un grupo y un transitorio beneficio económico.
       
       Según la organización Red por los Derechos de la Infancia, se estima que de 2006 al reciente 2013, el narcotráfico reclutó entre 25 mil y 35 mil menores de edad, lo que significaría que en promedio alrededor de 8 mil 700 niños y jóvenes por año han sido absorbidos por la delincuencia organizada.
       México es un país joven, sólo 9 de cada 100 personas tienen más de 59 años. Nuestro país experimenta algo que se llama bono demográfico, el cual refiere a una condición que puede favorecer el potencial productivo de la economía, en donde la población en edad de trabajar es mayor que la dependiente (niños y adultos mayores). Por cada persona dependiente hay dos en edad de trabajar.

          Así pues, este tipo de condiciones poblacionales que pueden beneficiar a un país, de nada sirven si el Estado por medio de políticas públicas no incentiva el empleo, la educación, la cultura, el arte, el deporte, elementos todos necesarios para el desarrollo integral de una nación.

          Si por el contrario, nada de esto se dinamiza, el bono demográfico en lugar de ser un factor benéfico puede llegar a convertirse en un grave problema social, de magnitudes peligrosas: una generación de jóvenes desencantados, y por lo mismo, de un futuro perdido.